miércoles, 25 de abril de 2012

Sobre la lucha libre

Circo, Maroma y Teatro


Por Alexis Gándara Tizando

Hace algunos días, dedique un espacio de mi tiempo libre para ver un programa de televisión en la categoría de entretenimiento, el cual tiene por nombre “lucha libre” de una empresa americana. Como la televisión es de uso comunitario, el que tiene el control, es aquel que logre llegar antes que los demás, así que por ser el afortunado ganador, aproveche para poner el programa ya mencionado.

Cuando algunos de mis compañeros llegaron a la sala de televisión, sin duda que muchos no estuvieron de acuerdo, y unos cuantos (la minoría) optamos por aprovechar mi categoría de ganador para dejar el espectáculo. Sin duda que las quejas de la mayoría no se hicieron esperar, frases como: “no se pegan de verdad”, “es pura mentira”, “eso es para niños”, “pura pérdida de tiempo”, entre otras tantas que sonaban de un lado a otro, pero que a fin de cuentas opte en complicidad de esa minoría, por no hacer caso e intentar ver el programa. Pasando un pequeño tiempo, voltee la mirada a mis compañeros encontrándome con la sorpresa de que la sala estaba casi sola, a excepción de la minoría (tres para ser exactos) que nos quedamos a ver dicho programa.

Esta anécdota sobre la “lucha libre”, me recuerda a la lucha de vivir día a día en este mundo tan complicado, no es que critique a los luchadores de ese programa de entretenimiento propuesto por la televisión, los luchadores están para brindarnos un espectáculo tal vez con apariencia agresiva, pero con un nivel de profesionalismo.

Pero el mensaje que me ha otorgado, es el reflexionar en qué clase de luchadores somos los seres humanos. Nuestro ring es este mismo mundo, y nuestro oponente ya no es el otro, sino muchas veces somos nosotros mismos. Muchas veces reclamamos cuando las cosas no se toman en serio, cuando el médico falla a causa de una falta de preparación, cuando tal equipo de futbol pierde, poniendo como causa digna para abrir nuestra boca, el hecho de decir: “para eso se preparan, para eso les pago”.

Pero en realidad el hombre muchas veces juega a ser hombre, es hombre en tanto que puede amar, pero deja de serlo cuando se ama más a sí mismo. Es hombre cuando necesita de los demás, pero deja de serlo cuando no le entra a la hora de los golpes que afectan a la vida en comunidad.

Muchas veces hacemos de nuestra vida: circo, maroma y teatro. Circo cuando las cosas no las tomamos en serio. Maroma cuando queremos arreglar las cosas de mil modos, pero nunca con la honestidad requerida, y teatro cuando estas cosas no salen bien y nos hacemos pasar por victimas.

Con esto, viene a mi mente un discurso pronunciado por Miguel Ángel Cornejo, a unos jóvenes de cierta universidad que por el momento no recuerdo, pero las palabras que quedaron guardas en mi mente son las siguientes: “Joven la vida tiene un precio, por ello tienes que pagarle el precio a la vida”.

Muchas veces queremos solucionar nuestra vida a costillas de otros, y que otros luchen nuestras batallas, es cierto que algunas veces necesitamos dar el relevo, saber que necesitamos de los demás en este camino, pero este dar el relevo no implica dejar al otro solo, sino que con mi esfuerzo sumado al de él, logremos vencer los obstáculos que muchas veces nosotros mismos hemos puesto con nuestra conformidad, nuestro egoísmo, nuestra indiferencia y nuestra mediocridad. Es necesario vencernos a nosotros mismos todos los días. El golpe más duro no es el que ya no nos permite continuar, sino es aquel que nos hace darnos por vencidos.

Es triste el ver un cementerio lleno de muertos, pero es más triste ver a la calle y encontrar tantos muertos en vida jugando a vivir, olvidándose de que el precio de la vida es la muerte. Lo único que tenemos seguro al nacer; es que la vida termina con la muerte, lo triste es que muchas veces se nos olvida de que tenemos que vivirla en plenitud porque un día tendremos que pagar, aun a pesar no haber vivido como se debe, porque cuando pagamos por algo que nos a llenado, lo hacemos con gusto, pero si ese algo no es lo que esperábamos, podemos considerarlo como un pago inútil.

De nosotros depende como queramos nuestro fin, vivir para morir feliz, o vivir simplemente para morir. La familia que reza unida permanece unida, un mundo que reza es un mundo de paz.

Alexis Gándara Tiznado
Es seminarista de 2do de Teología
en el Seminario Diocesano de Tijuana

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En oración

Muchos saludos en estos momentos en que estamos viviendo El el tiempo del adviento.