domingo, 14 de abril de 2013

Es la Pascua...

Es la Pascua…

En esta Semana Santa hemos tenido distintos momentos muy importantes, hemos acompañado con nuestro caminar a Jesús nuestro Señor, hemos visto como ha sido abandonado en esos momentos tan importantes que han estado llenos de dolor. No solo hemos sido testigos sino que también hemos participado en este abandono, pues también nosotros somos discípulos y aunque hemos visto como ha sido humillado, maltratado y ultrajado, no hemos sabido ser amigos; es indescriptible lo que ha sucedido pues si esto horrible es para cualquier ser humano, muchísimo más terrible es que no hemos sabido lo que hacíamos pues como creyentes habíamos reconocido que verdaderamente él es el Hijo de Dios, pero aún en medio de estas traiciones de parte de toda la humanidad el sigue amándonos hasta el extremo, lo hemos visto padecer, lo hemos visto horriblemente herido y lo hemos visto fallecer sobre el altar de la Cruz… Padre ¿por qué me has abandonado? para luego abandonarse completamente en los brazos del Dios Padre… Padre en tus manos confío mi espíritu… Todo habría quedado con Jesús hasta ahí simplemente como un buen hombre, un extraordinario hombre… Pero esto no había acabado pues en el momento en que Jesús se ofrece por amor y obediencia se abren los cielos para todos nosotros, inunda la claridad en medio de nuestra oscuridad, lo que estaba muerto vuelve a la vida y transmite la vida porque es la misma fuente de la VIDA es el Hijo de Dios que se nos manifiesta tal cual es, que nos rescata de la postración ontológica en la cual estábamos sumergidos y restablece el diálogo amoroso con Dios… Los hombres y las mujeres de todos los tiempos no solo vuelven sus ojos hacia la Cruz sino que todo nuestro corazón anhela al amado y por fin descubre para lo que fue hecho: para AMAR, ¡Qué bendición tan grande tenemos en Cristo! ¡Qué gran AMOR de Dios el Padre de Jesús y desde ahora Padre nuestro! ¡Qué gran alegría el sabernos amados de tal manera¡ y qué grave responsabilidad porque exige de parte de nosotros correspondencia en el amor, de dejar las actitudes mezquinas y ser misericordiosos para con los demás, renovar el corazón o mejor aún: aquel corazón que había muerto ha vuelto a la VIDA porque JESUS NOS AMA y nos ha hecho de nuevo y nos ha dado su mismo corazón pues él ha querido quedarse con nosotros en el pan y el vino consagrados que son su CUERPO y SANGRE para nuestro bien, para nuestra salvación.

Hermanos ¡Cristo ha resucitado! ¡La tumba está vacía! Los ángeles anuncian este gran milagro y los discípulos se alegran y se regocijan, transmiten su alegría a los hombres y mujeres de su tiempo y ésta alegría y gozo llegan hasta nosotros como el sonido de las campanas que hemos escuchado en el momento del himno del Gloria anunciándonos y anunciándolo que ¡Cristo Vive!, que ¡Cristo murió y resucito!.

Bendito sea Dios.
Padre Mario N. Villanueva A.
Sacerdote Diocesano de Tijuana

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En oración

Muchos saludos en estos momentos en que estamos viviendo El el tiempo del adviento.