En segundo lugar podemos ver como la mujer que ha pecado y se ha visto en peligro de muerte de pronto
se ve socorrida por Jesús y
cuestionada por él en relación a quien le acusa en ese momento a lo cual ella reconoce diciendo «nadie Señor» y Jesús sentencia: «Yo
tampoco te condeno, vete en paz y no vuelvas a pecar» ¡Qué experiencia tan
maravillosa y liberadora! para la mujer
en particular pero también para el grupo de gente que acusaba a esta mujer; nosotros hermanos podemos sacar mucho
provecho de todo ello pues como mencionábamos antes, tampoco estamos exentos de
pecado, pero hay que seguir creciendo en
la fe, tomando mayor conciencia de
nuestros pecados, pero sobretodo de la misericordia divina, de ahí la importancia de acudir al sacramento de
la reconciliación cuando el sacerdote nos dice «Yo te absuelvo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Vete en paz tus pecados han sido perdonados»
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