lunes, 1 de octubre de 2012

Vocación a la Libertad


Vocación a la libertad

Por Adrián Gastélum Tagle
Seminarista de 2do de Filosofía

En una ocasión hace aproximadamente dos años, el padre Mario Villanueva y el entonces diácono Aurelio Chávez daban una conferencia acerca de la vocación en la Iglesia, la verdad no me intereso mucho –con el perdón de los padres- pero el padre Mario dijo una frase que no se me ha olvidado: “no es que queramos ser sacerdotes sino que Dios nos ha llamado a serlo y nosotros hemos respondido”. Quizá es muy bobo pero cada que me preguntan cómo sentí la vocación no sé qué responder, pues no busco sentir sino pensar, pero aquella tarde no pensé, es una respuesta muy complicada, pues no se me apareció ni la Virgen ni el Espíritu Santo para decirme que entrara al seminario sino que simplemente quise hacerlo, cuando quise pensarlo ya estaba en la capilla del seminario menor rezando las vísperas o completas.

A qué viene esto, pues precisamente más que sentir o pensar debemos querer, decidir, responder, y para hacer esto necesitamos ser libres. Gracias a la libertad podemos elegir lo que queremos, lo que deseamos, lo que seremos.

Todo ente tiene un fin y con mayor razón el hombre, el cual es llamado por Dios a algo. Desde el catecismo nos han enseñado que la vocación es un llamado de Dios al hombre, manejemos aquí el concepto de vocación como un medio para llegar a un fin –o por lo menos yo así lo veo-. Pero ¿cuál será ese fin? podemos decir que el fin último de todo hombre es el bien o la felicidad, y cristianamente ese bien o  Bien supremo –como lo llama Platón- es Dios, pero para llegar a ese fin, es decir, a Dios, necesitamos medios, los cuales nosotros gracias a nuestra libertad elegimos. Por ejemplo, un medio podría ser el sacerdocio, la vida religiosa, el matrimonio, o alguna profesión, siempre y cuando lo hagamos bien y en el nombre de Dios.

Decía que para elegir hay que ser libres, pero antes de plantearnos la libertad en nuestra vida, tenemos que conocer nuestra vida, nuestro ser, nuestra historia, mientras no aceptemos lo que somos, lo que vivimos, no seremos libres, ya que estaremos anclados al pasado, pues a veces nos preocupamos mucho por quién queremos ser y no por quiénes somos. Es necesario que el hombre descubra y acepte su historia y de esta manera trascienda, y pueda elegir libre y conscientemente un medio que lo lleve a su fin.

Para ser libres necesitamos de dos facultades: la inteligencia y la voluntad; un hombre sin inteligencia no es libre y un hombre que no actúa conforme a su voluntad, sino que es forzado a obrar tampoco es libre. Para responder al llamado que Dios nos hace, a nuestra vocación tenemos que ser libres, es decir, tenemos que estar dotados de inteligencia y voluntad, estar completos, de lo contrario no podemos ni ser sacerdotes, ni adquirir matrimonio y creo -y espero- tampoco podremos adquirir un lugar en la universidad.

A veces podemos entender que la libertad es poder decidir y hacer lo que yo quiera, sin depender de nadie ni de nada, sin embargo, sí dependemos de alguien, de Dios. No estamos en el mundo simplemente arrojados, tirados, sino que existimos por una razón, y esa razón es ser, vivir, y vivir para Dios, ¿cómo? cada quien sabe.

Como podremos ver sólo el hombre puede ser libre, o ¿cuándo han visto a un animal en la universidad?, precisamente somos libres por nuestra inteligencia, sin embargo, ante la libertad necesitamos respuesta, responsabilidad, es decir, poder responder de nuestros actos, dar cuentas de ello. La libertad es una vocación, ya que por ella elegimos el modo de llegar a Dios, algunas serán profetas; otros, sacerdotes, maestros, etc., pero ante todo estamos llamados, tenemos el derecho de actuar con libertad.

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En oración

Muchos saludos en estos momentos en que estamos viviendo El el tiempo del adviento.