sábado, 29 de septiembre de 2012

¿Quién es el destinatario? El hombre que responde ante el llamado a la felicidad.


                     ¿Quién es el destinatario?      

Por Juan Antonio Bernardo Montes
Seminarista de 1ro de Teología

El titulo de este articulo parase ser ambiguo por dejar simplemente una duda al aire, sin tener un contexto claro, sin embargo nos referiremos a la persona del siglo XXI; lo primero que se puede pensar de alguien de esta época es resaltar la mentalidad moderna que se posee, el relativismo en el que se ve sumergido y la cientificidad en la que vive, de manera que ante estas realidades del hombre de nuestro tiempo es más exigente, no es una persona que se conforma con una respuesta sencilla, busca que realmente la respuesta este bajo una solida justificación, donde la razón sea la que predomine ante el mensaje que se quiere transmitir, así el destinatario se vuelve una persona multiforme, es decir, se va formando a través de filosofías e ideologías que muchas veces confunden y otras tantas que  ayudan a desvelar dudas, pero que al final dejan un vacío aun más profundo de nuevas preguntas nacidas de su conocimiento, si bien llega a entender que en cuanto más sabe, más dudas nacen, por lo tanto entre más dudas tenga, más tendrá que buscar.

Pero al final, qué es lo que busca el sujeto del siglo XXI, qué es lo que desea y cuando lo encuentre que hacer con eso, pensar en esto podría ser algo ambicioso, porque hablar de manera general de lo que el hombre tiene como objetivo es enmarcar al ser humano, en un cubo que no permite ejercer la libertad que por antonomasia posee, pero lo que si es posible saber es que el hombre esta destinado a ser feliz o al menos debería serlo, y esta es una visión que Aristóteles resaltaba del hombre, la eudemonia; sin embargo para alcanzar tal objetivo, muchas veces visto utópicamente, se requiere de gran voluntad en el hombre, es decir, realmente el hombre es capaz de esto, el gran filosofo nos dice que el hombre será capaz de alcanzar a ser feliz en la medida en que este sea un hombre virtuoso y no se deje caer por los vicios, que dominan al hombre y lo hunden en sus placeres, convirtiéndolo en un esclavo de sus pasiones; sin duda que esta visión aristotélica es fundamental para entender el proceder del ser humano, sin embargo el cristiano no debe determinarse por las cuestiones terrenales, debido a que esta llamado a algo más, que es la santidad, como la misión terrenal, pero que no puede estar separada de la felicidad, de ello que la santidad debe vivirse felizmente, sino es así simplemente no se puede hablar de una verdadera santidad.

El problema de la felicidad es que suele ser muy relativa y esto complica el hecho que realmente una persona llegue a ser feliz, es decir lo que para uno es la felicidad para el otro no lo es y por tanto el concepto de la felicidad no queda definida, y la referencia de ella queda difuminada, convirtiéndola en una fantasía de cuentos y por tanto para mucho incluso inaccesible o inalcanzable por lo estereotipos que la misma sociedad propone; por otro lado, hoy la felicidad se identifica con la auto-realización de la persona, en la medida en que la persona se sienta a gusto consigo misma, es un primer paso para llegar a ser feliz consigo mismo, el problema esta en que este camino termino en un egocentrismo y puede incluso llegar al extremo de el hedonismo, y que al final nos da una idea de la felicidad muy equivocada, el sentirse bien con uno mismo es para que esta realización sea transmisible y no para encerrarse en si mismo, de ello que muchas veces el hombre pierde sentido en su propia vida, por no tener una caridad practica, terminamos con una felicidad a nivel psicológico, una cuestión meramente neuronal, olvidando si no es que eliminando la parte espiritual que el ser humano posee.

El hombre posee una relación muy estrecha con la religión y por tanto con lo espiritual, un ejemplo ilustrativo de ello es  su curiosidad por el origen de sí mismo, no puede quedarse estático, hay una búsqueda siempre de la verdad, “el hombre contemporáneo se reconoce mejor en la parábola budista del elefante y los ciegos: un rey del norte de la India reunió un día en un mismo lugar a todos los habitante ciegos de la ciudad. Después hizo pasar ante los asistentes  un elefante. Permitió que unos tocaran la cabeza, diciéndoles esto: esto es un elefante. Otros tocaron la oreja o el colmillo, la trompa, la pata, el trasero, los pelos de la cola. Luego, el rey pregunto a cada quien: ¿Cómo es el elefante?, según la parte que habían tocado, contestaron: es como un cesto de mimbre, es como un recipiente, es como la barra de un arado, es como un deposito, como un pilar, como un montero, una escoba… entonces (…), empezaron a pelear y a gritar “el elefante es así o asado” hasta que se abalanzaron unos contra otros a puñetazos, para gran diversión del rey” (Cardenal Joseph Ratzinger, ¿verdad del Cristianismo?, pág. 11), esta realidad es una de las que vivimos, no sabemos la verdad en su totalidad, sólo sabemos parte de ella, así la felicidad también no la conocemos en su totalidad, ubicamos caminos diversos que nos llevan a diversas satisfacciones, sin embargo existe una felicidad que es indistitutible, y es aquella que no se requiere de nada para ser feliz, llegar y decir “yo soy más rico que todos, porque no necesito de nada para ser feliz”, es hoy visto como una locura, todos necesitamos de cosas que nos den un estatuto social y confort, muchos desean aparecer en medios de comunicación y ser reconocidos e importantes, en pocas palabras muchos quieren ser actores, ¿será esta la felicidad, a la que el hombre es llamado?, ¿ser un hombre de economías?, la verdad es que no.

La vocación aparece ante el hombre como un medio económico del que se puede vivir, por eso muchas veces se entiende como profesión, es decir profesión y vocación, se entienden de la misma manera, sin embargo no es lo mismo, la vocación no se determina bajo esquemas de beneficios económicos, se determina por el gusto de vivir en lo que se hace; una profesión hoy lamentablemente, se ve por muchos no por el gusto, sino por lo que se puede obtener de ella, así se pierde el gusto por vivir lo que se busca, en dicha profesión, nadie disfruta su trabajo, sólo buscan remuneraciones; entonces ¿Quién es el destinatario para una vocación, cuando todos estamos sumergidos en un mismo contexto?, ¿Por qué unos pueden responder y otros no?, ¿Qué es lo que marca la diferencia?, sin duda todos somos testigos de un mismo cielo, de un mismo sol y una misma luna, y a pesar de ello, tenemos ideas distintas de estos elementos, así la vocación se muestra, como un llamado que todos escuchamos y que sólo unos responden, y no a una vida consagrada, sino a una  vocación a la felicidad, así una vocación de cualquier índole debe vivirse, dando testimonio de su plenitud como persona, hoy el destinatario somos todos, porque todos vivimos en el mismo mundo con los mismo desafíos, por ello en particular la respuesta al sacerdocio, se hace un reto, debido al secularismo que se infiltra como la humedad, pero debemos ser conscientes que en toda vocación debe ser destinada no para mi, sino para el otro, es así como encontraremos un modo de vivir distinto, al de vivir para mi, es decir, el que vive para servir, bien sirve para vivir, así hoy la pregunta es ¿el destinatario esta listo para dar respuesta al llamado que se le hace y responder con los retos que implica?, ¿realmente el hombre esta listo para la verdad y vivir en la verdad?, la respuesta sólo reside en ti. 

1 comentario:

  1. (Nota: te escribo de Los Angeles, CA. Mi teclado no lo tengo programado para todos los caracteres necesarios en el Espanol..sorry)
    Juan,
    He disfrutado de este tan profundo pensamiento. He trabajado con personas mayores -envejecidas- por una decada ya. Cada una de ellas/ellos es distinto en su pensar y cansados ya de la vida tendrian una respuesta distinta a la pregunta de tanta antiguedad: Que es la felicidad? A lo que escribes "esta realidad es una de las que vivimos..." no sabremos (dijera yo) la verdad en su totalidad, sólo sabremos (nuevamente te dijera) parte de ella. A muchos de estos mayores (incluyendo religiosos) cuando les he preguntado sobre el secreto de la vida todos han tenido una respuesta distinta. Solo el veinte por ciento dijo que Dios era el mayor secreto (esta no fue una encuesta cientifica fue informal). Yo no te puedo decir que la felicidad es Dios, la esposa, el esposo, el carro ultimo modelo, el dinero en el banco, el trabajo, el departamento que acabo de comprar, x, y o, z, pero si puedo decir que la disposicion que uno tenga ante la misma vida hace una gran diferencia. Tu lo dijiste de una forma muy bonita, pero mi abuela de noventa y tres decia: "el que no sirve para servir, no sirve para vivir." La disposicion era tan grande que al final de sus dias le pedia a Dios la llevara con El. Y, en mi observacion de tanto trabajar con los mayores veo a muchos que no son muy felices y que a la vez, no se quieren morir. Quiza no habremos descubierto esta gran felicidad hasta que al ultimo nos encontremos cara a cara con Dios, en el sentido pleno de nuestra espiritualidad Cristiana. Hasta que te vea cara a cara entonces descanzara mi corazon, ya decia San Agustin. Pero de una cosa estoy seguro, la dispocicion ante la vida y ante el "otro" es clave. Pues, te sorprenderas al ver a una mujer o un hombre que aun al estar cerca de la muerte no pueden siquiera morirse, puesto que no quieren perdonar, no escogen amar y no quieren despedirse de este mundo.
    Alex Moreno
    Los Angeles, CA
    De: Casa de Pensionados-LA

    ResponderEliminar

En oración

Muchos saludos en estos momentos en que estamos viviendo El el tiempo del adviento.