Reflexionemos en el misterio de la Encarnación, algo que no debe pasar desapercibido en nuestro itinerario espiritual, porque es en este momento cuando las Promesas de la Salvación comienzan a cumplirse....Dios-con-nosotros.
“Esto es mi cuerpo, ésta es mi sangre”
No son solo palabras que se dicen y ya, tienen una
importancia mayúscula cuando sabemos de quien vienen, son palabras del hijo de Dios, de Jesucristo Señor
nuestro, por eso es importante que meditemos sobre quién es Jesús, porque
contrariamente corremos el riesgo de que su mensaje no llegue verdaderamente a
nuestro corazón y solo se pueda quedar en la mente de quien escucha. Jesús es el Hijo de Dios
esa es la Verdad. Cuando creo en Jesús lo invito con mi disponibilidad a que
obre sus maravillas en mí mismo, no queda en promesas sino entra a mi corazón y
se comparte conmigo. Dios se manifiesta tal cual es y puedo verlo y tocarlo
porque está conmigo, se ha quedado con nosotros sacramentalmente en el pan y el
vino consagrado… ¡Qué maravilla! Pero exige fe y un corazón abierto, exige humildad
ante el misterio… ¿Crees tú esto?
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