Los jóvenes tienen hambre de Dios…
Pero no hay quien pueda alimentarlos, pues los jóvenes
requieren de personas que vivamos realmente el amor de Cristo, no la creen a la
primera quieren en verdad testimonio y no somos capaces de darlo porque tal vez
nosotros mismos no estamos convencidos de quien es Jesús.
Cada mañana, cada
día que pasa debe de ser una renovación de mi fe en Cristo nuestro Señor, pero que pasa, si yo descuido la oración y descuido los detalles para con el Señor,
pues me debilito y por ello el joven grita desde su corazón que no somos más
que sombras de lo que pretendemos ser, vivamos con alegría el amor de Cristo,
no nos dejemos apantallar por las cosas del mundo, Cristo sigue y seguirá
pasando y seguirá despertando en cada joven la inquietud para consagrarse a él por
amor, por amor y lo vuelvo a repetir: por amor. Dios los bendiga.
P. Mario Villanueva
padreniko@gmail.com
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