Por Jovani Fernández
Seminarista de 3er semestre de fillosofía
Nuestra amada Alma Mater, pareciera que ha sido sometida a un fuerte escrutinio,
o que una gigante bola negra amenazara
con derrumbar nuestra casa, sin duda un pilar vivo calló solo, un segundo
también, los otros dos por obligación, no quedó de otra, no se trata que el
techo fuera muy pesado, es decir, lo de arriba no hacia presión, sino lo de
abajo, lo que estaba dentro, las entrañas, ¿no es similar a lo que nos decía
Jesús en el evangelio, al recordarnos que lo que mancha el corazón no es lo que
viene de fuera, sino lo que ya habita dentro? ¿No será que el escrutinio lo pide nuestra
consciencia?
Los pilares vivos arrancados desde la
raíz, pareciera que la historia nos juega una broma, que
los valores supremos han sido sometidos a un proceso de desvaloración, como en el nihilismo, ¡se ha
comenzado la deconstrucción!, el grito unánime se escucha al unísono,
taladrados y martillados a pedazos,
arrancados con sojas y motosierras, a los pocos días el recuerdo se hace vivo,
ya no están ¿a poco era tan fácil sacarlos de sus lugares, será que hace mucho
ya no estaban allí? ¿Seráque habitábamos un desierto ya de hace tiempo? pobre
el hombre que alberga desiertos en su corazón.
Sin duda que, el que ha pensado la más
profundo ama lo más vivo, pero lo preocupante es que en nuestra época no
estamos pensando, ¿Cómo le haremos para ser realistas?, si realista es aquel
que afirma la cognoscibilidad del mundo exterior, ¿hace cuánto nos dimos cuenta
de que los pilares se estaban secando?, y no dijimos nada.
Precisamente la deconstrucción ha
comenzado en lo que todos tenemos de común, lo que todos miramos, lo que es tan
común, que ya ni nos dábamos cuenta que estaba ahí, creo que el temperamento
que debemos tomar es de intercesión,
en su acepción etimológica, es decir,
ponernos en medio, exponernos a los martillazos y a las sogas. Comenzar a
habitar el patio tendrá que ser precedido por una actitud como esta.
Quiero aclarar, deconstrucción no
significa en modo alguno negar los valores, ni acusarlos de nulidad, sino al
contrario, apropiarnos estos valores.
Puesto que deconstrucción pertenece a la construcción de algo nuevo, renovado,
viviente, el conocimiento filosófico y teológico, es a la vez, por su esencia
el conocimiento histórico en cierto sentido, que es el conocimiento de aquello
que nunca se debe olvidar.
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