Por César López
Cuando caminas por las
plazas más visitadas de la ciudad de Tijuana, es inevitable observar cómo en
las personas se perciben muchas carencias, carece de una vida afectiva
adecuada, carece verdaderas amistades, carece de amor y de felicidad, es sin
duda que todos queremos ser felices pero no sabemos cómo serlo, ni cómo
encontrarnos con ella.
La mayoría de las
sociedades considera una fuente de alegría el asistir a centros comerciales y
perderse por horas buscando prendas de vestir que les satisfaga, falsamente se
cree que la felicidad está en el poseer, es sin duda placentero, pero ya una
vez que se tiene la cosa, se experimenta nuevamente un vacío, una falta de algo
que nos dé felicidad; en grados mayores
los jóvenes que trabajan desean tener un carro y pasearse con sus amigos o con
sus novias, esto es ya una saciedad de satisfacciones que no constituyen la
totalidad de la plenitud; también los jóvenes que estudian anhelan terminar sus
estudios, encontrar un buen trabajo y después adquirir una casa en sus mejores
casos, o en su defecto derrocharlo para supuestamente ser feliz viviendo al día
y adquiriendo lo más novedoso en tecnología.
Es ciertamente necesario y
constituye un medio también para alcanzar una estabilidad económica el trabajo
y el estudio, pero no lo es todo, no estamos hecho simplemente para
perfeccionarnos en un trabajo y para alcanzar alguna carrera profesional, el
éxito no es la felicidad; podemos decir que respecto al estudio, si previo a la
elección de la carrera a estudiar se ha optado por aquella a la cual responde a
nuestras aspiraciones primordiales considerándose aquella en las que vamos a
potencializar al máximo nuestras cualidades que poseemos es verdad que nos
realizaremos en la práctica de esta profesión o en el servicio profesional que
brindemos, pero algo muy importante es siempre tener presente que “toda labor,
oficio o profesión está encausada a dar un servicio a la persona” tratándose de
profesiones humanísticas, y en la medida que nos damos a los demás en los
diversos servicios que podamos dar, nos vamos realizando como personas, éste es
el objetivo principal de nuestro llamado a un servicio a los demás y que en
segundo término podemos llamar vocación, estamos llamados a servir a los demás
y en la medida que logremos prepararnos mejor profesionalmente podremos ayudar
mejor a la sociedad con todos nuestros talentos y preparación correspondiente,
con honestidad, entusiasmo, alegría.
Pero si el servicio
profesional o de oficio es llamado una vocación en segundo grado ¿Cuál será el
primer grado o punto importante en la vocación? Sin duda es la vocación al
amor; todo trabajo dignifica al hombre, muestra su interioridad, su capacidad
de realizar algo con excelencia una manera especial de trabajar, en general
todos los talentos se multiplican en la práctica del hacer, pero hay una
necesidad de primer grado que estamos llamando vocación al amor, no brinda
plenitud a la persona simplemente vivir para trabajar, hay algo más grato en la
vida, la relación laboral no lo es todo aunque llegue a constituir gran parte
de la vida, un ejemplo claro lo vemos en aquellos jóvenes que después de su
trabajo llegan a casa y experimentan un vacío, es claro que el trabajo no lo es
todo, necesitamos algo más, alguien con quien compartir nuestras vidas, esta
vocación puede ser al matrimonio, “por eso el hombre deja a su padre y a su
madre y se une con su mujer (Gen. 2, 24)”.
Es sin duda una vocación
importante la respuesta a un llamado a la vida y a la felicidad, donde hay una
renuncia a uno mismo por complacer a la otra persona, una entrega generosa de
la pareja, una renuncia al yo por encontrar el nosotros, y este amor se
materializa en los hijos que son este fruto de este amor, este amor encarnado, una
participación en la cocreación que Dios regala a aquellos que abrazan este
llamado en la vocación al matrimonio, matrimonio que adquiere una unidad
indisoluble para toda la vida y en donde Cristo viene a ser quien unifica por
este sacramento del amor, signo presente del
Reino de Dios.
Otro estado de vida donde
el hombre se realiza plenamente es la vocación a la vida soltería, figura ésta
entrega generosa hacia los demás, como a las amistades, el voluntariado a fin
de auxiliar a los necesitados, al servicio de la Buena Nueva que es Cristo para
llevarla a las personas que necesitan de su palabra a fin de conocerlo, amarlo
y vivir desde ahora este Reino de paz y justicia en Dios, en quien se ponen
todas las esperanzas; la vida de soltería es otra respuesta a la vocación en
primer grado, en donde se aplica también este servicio profesional que tantos
hombres de buena voluntad brindan desprendidamente como algunos médicos,
enfermeras, y otros servicios que se hacen por amor a Dios y al prójimo.
Sin duda una vocación muy
primordial es la vocación a la vida sacerdotal o religiosa, donde se vislumbra
una respuesta generosa a Dios como en las otras vocaciones en primer grado que
me refiero, es en la vocación al sacerdocio donde se participa de esta
Paternidad Divina, siempre me ha gustado ilustrar el amor y la plenitud
personal que se llega a concebir en esta vocación en un “amor universal”; supongamos
que el amor en la pareja viene a ser un amor particular donde es necesario la
dádiva del uno para el otro, un amor particular, sin duda algo bellísimo para
aquellos que han abrazado por haber sido llamados a esta vocación, pero en el
sacerdocio el amor se universaliza y adquiere una dimensión mayor, donde el
amor se va concibiendo en la entrega generosa hacia los demás, el amor que se
recibe y que se da a tantas personas necesitadas de la palabra de Dios,
necesitadas del perdón de Dios, necesitadas de una respuesta ante tantas
adversidades e injusticias, necesitadas de consuelo, también necesitadas
materialmente, en fin necesitadas de Dios y el sacerdote es aquel puente entre
Dios y los hombres, así como se desgasta el hombre para sacar adelante y darlo
todo por su mujer y sus hijos, el sacerdote se desgasta por darlo todo para que
los hijos de Dios e hijos de la Iglesia tengan abundantes gracias y
bendiciones, es un desgaste que responde claramente las siguientes palabras de
Jesús “si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda él solo, pero si
muere da mucho fruto” (Jn. 12,24).
Implica renunciar
principalmente a las comodidades, a los caminos fáciles que no llevan a ningún
lugar, requiere un esfuerzo constante, renuncia, así como para lograr una
carrera profesional que va en beneficio de la persona y de los demás en la
medida que les sirve, también cuesta esfuerzo y sacrificio dar la vida por ellos,
pero aquí radica la felicidad en la donación, porque dando es que se recibe;
implica un regalo de toda la persona en los diferentes tipos de vocación “el hombre
concibe su mayor perfección y su felicidad en una donación de si hacia los demás”[1],
porque cada uno somos un regalo que Dios hace a la humanidad, cuando los seres
humanos logramos comprender que nuestra vida tiene sentido sirviendo a los
demás y verdaderamente le servimos iremos por camino seguro, no es fácil
entregar la vida, sin embargo para ello hemos sido creados, entregar la vida
cada día, forjándonos en virtud y estas nos están brindando una perfección,
plenitud, satisfacción y la felicidad que nuestra alma y todo nuestro ser,
desea para la cual hemos sido creados.
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