Itroduccion
Uno de los temas que sin
duda alguna ha sido tratado con mucha frecuencia dentro del ámbito eclesial, ha
sido el tema de la identidad sacerdotal, tema que se ha abordado desde varias
prospectivas, como la teológica,
psicológica, social etc. Esto denota claramente la grande importancia y el
influjo que tiene en nuestros días este tema y la importancia que la Iglesia
católica ha puesto ante una realidad que vive actualmente, puesto que un número
considerable de sus ministros por falta de un conocimiento adecuado pero sobre
todo de una vivencia autentica de esta identidad sacerdotal, han golpeado a la
Iglesia.
Podríamos decir que uno de
los documentos más valiosos que la iglesia ha elaborado en esta perspectiva, es
sin duda alguna, la exhortación apostólica, Pastores dabo bobis. Que aborda el
tema de una manera profunda partiendo de los fundamentos principales para un
conocimiento autentico, poniendo muy en claro que esta identidad sacerdotal
tiene su raíz en la naturaleza de la formación que se ha de dar en los
candidatos en visas al sacerdocio.
Preambulo
«El espíritu del Señor sobre
mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva» Lc 4, 18a
He querido iniciar con esta
cita bíblica, puesto que ha sido el punto de partida y el hilo conductor que
los padres sinodales han seguido al reflexionar atentamente sobre la naturaleza
y misión del sacerdote, subtitulo que nos encontramos en el segundo capítulo de
esta exhortación apostólica pot-sinodal y del cual considero se puede partir
para descubrir cuál ha de ser la identidad sacerdotal.
Ante una grande preocupación
de los padres sinodales, consientes de
la inminente crisis de identidad
sacerdotal que se vivía en los primeros años después del concilio vaticano II,
se enfocan en buscar las líneas de acción para hacer frente a tan preocupante
problema para la iglesia universal, pues la pérdida de miles de
sacerdotes, daba a nuestra Iglesia un
grande golpe.
El punto fundamental y del cual parten los padres, es
la reflexión seria y profunda que realizan para poder llegar a un conocimiento
recto y profundo de lo que es esencialmente la naturaleza y la misión del
sacerdocio ministerial, reflexión que a lo largo sobre todo del segundo y
tercer capítulo, nos dan a conocer cuál es
la identidad sacerdotal, dónde se
fundamenta y hacia dónde se dirige.
Es impresiónate, como los
padres sinodales, en este deseo por encontrar el fundamento ultimo y esencial,
han podido sabiamente guiados por la luz del Espíritu, descubrir, en la
Santísima Trinidad, el fundamento único
de la identidad sacerdotal. Ya que la naturaleza y la misión del sacerdocio
ministerial, no se pudieran comprender si no es por medio de las relaciones que
brotan de la Santísima Trinidad, puesto que, en virtud de la consagración
recibida, el sacerdote es enviado por el Padre, por medio de Jesucristo, que
siendo Cabeza y Pastor, el presbítero se ha de configurar a Él, para vivir y
actuar con la fuerza del Espíritu Santo al servicio de la Iglesia para la
salvación del mundo.
Es así, que partiendo de esta relación fundamental
trinitaria y sabiendo que gracias a la
configuración recibida por la ordenación, el sacerdote encuentra de manera más
propia, su plena y verdadera identidad en Cristo sumo y eterno sacerdote,
cabeza y pastor, podemos ahora poner de relieve algunos de los aspectos
esenciales que nos ayudaran sobre todo a
conocer y comprender, esta identidad sacerdotal.
1.- Cristo mediador perfecto.
Partiendo primeramente del
aspecto de mediador perfecto que
encontramos en Jesucristo, quien sin escatimar nada de sí, se ofrece hasta el
extremo de la cruz abriéndonos así el acceso inmediato a Dios, nos muestra la
verdadera dignidad y misión del sacerdocio, poniéndonos de frente al rostro del
sacerdocio de la nueva alianza, que no es otro que el acontecimiento de su
pasión, muerte y resurrección.
Por lo tanto, sería falso y
un grande error buscar vivir una
auténtica y verdadera identidad sacerdotal, prescindiendo de una vivencia
propia de este fundamental misterio, ya que si a semejanza de Cristo, el
sacerdote es el mediador humano entre Dios y los hombres, esta
mediación sin duda alguna se ha
de vivir también hasta el extremo,
entregando la propia vida para la salvación de los que se nos han confiado. Ya
que al igual que todos los fieles, en la consagración del bautismo, el
sacerdote ha recibido el don a la santidad, don que lo obliga principalmente a
él como instrumento vivo, representante y mediador de Cristo, a aspirar a la
perfección, aun en medio de las debilidades y flaquezas humanas, pues nos dice:
«sed perfectos, como mi Padre es perfecto». Mt 5, 48
2.-
Cristo buen Pastor.
El siguiente aspecto los encontramos en Cristo buen Pastor, ya que podemos ver claramente cómo es Jesús mismo
quien se presenta como el buen Pastor pues dice: «yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas»”
Jn 10,11 un pastor que no solo es de Israel sino de todos los hombres, pues
como pastor, siente una grande compasión de la gente que están como ovejas sin
pastor, dispersas y descarriadas. Por eso, siendo consciente de su
tarea-misión, cuida de sus ovejas, las
conoce, las llama por su nombre, las congrega y sabiéndose sobre todo que no ha
venido a ser servido sino a servir, es capaz de donar su propia vida en favor
de ellas.
Propio en esta manera son
llamados a vivir los presbíteros, ser
una transparencia del único y supremo pastor frente al rebaño que se les ha
confiado, puesto que habiendo sido configurados ontológicamente a este Cristo
Buen Pastor, tienen como responsabilidad prolongar esta presencia del único y
supremo Pastor, de imitar y revivir su misma caridad pastora.
3.-
Cristo Cabeza y Pastor, esposo de la Iglesia
Este es
uno de los elementos que los padres sinodales han resaltado mas, ya que
resaltan sobre todo que con la consagración de la ordenación sacerdotal, los
presbíteros son configurados con Jesucristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia, lo
cual convierte al mismo presbítero, en el
Esposo de la Iglesia y como tal, ha de estar al frente de ella,
poniéndose a su total servicio, tanto de
la Iglesia particular como de la Iglesia
universal, puesto que en la relación del sacerdocio con Jesucristo y en Él con
su Iglesia, se encuentra lo que es el
ser y el obrar del sacerdote, su misión y su ministerio.
Esta configuración con
Cristo cabeza y pastor, exige del sacerdote una verdadera caridad pastoral,
para poder ejercer fielmente el servicio en favor del cuerpo místico de Cristo
que es su Iglesia, ya que Jesús es el verdadero esposo y el sacerdote ha de
vivir esta situación esponsal ante la comunidad, puesto que es llamado a ser imagen viva de Jesucristo
Esposo, siendo un autentico testigo del amor de Cristo como esposo, amando con
ese mismo amor en una entrega total, continua y fiel.
Sabiéndose por lo tanto, que no está sólo en
la iglesia, sino que está al frente de la Iglesia, ha de ser muy consciente que
ha recibido del mismo Cristo, el don de guiar a su Iglesia mediante la potestad
espiritual, servicio que ha de realizar impulsado por la gracia del Espíritu
Santo y considerándose primeramente siervo, para poder ser cabeza.
Conclusión
Después de haber enumerado
estas características, que sin duda alguna, nos dan el parámetro y sobre todo
nos ponen de manifiesto lo esencial de la identidad sacerdotal, quisiera
terminar resaltando lo que los padres sinodales ya han puesto de manifiesto en
esta exhortación pero que sin embargo considero
es el punto clave para no perder el hilo conductor que nos llevará a vivir una autentica identidad sacerdotal,
puesto que queda propio al sacerdote el renovarse continuamente y profundizar cada vez más la conciencia de ser
ministros de Jesucristo, en virtud de la consagración con El, como: Cabeza y
Pastor de la Iglesia.
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