El llamado que Dios nos dirige
Por Mario N. Villanueva A.
La invitación que nos hace Jesús el Hijo de Dios para darle seguimiento, que nos conduce al Padre movidos y guiados por el Espíritu Santo, llamados a la santidad, llamados a configurarnos al Hijo al amado Hijo del Padre, a ser partícipes en Jesucristo de su filiación divina a ser uno en él, llamados a dirigirnos a Dios como Padre, todo esto tiene que ver con la forma en que nosotros mismos vamos reconociendo esta invitación o vocación de lo que el ser humano está invitado a ser, a llegar a ser.
Somos inacabados, tenemos la propuesta: ser en Cristo, en el Hijo y de cómo cada uno de nosotros va siendo consciente de su dignidad de hijos en el Hijo y de cómo a cada uno de nosotros Dios nos presenta su plan de salvación y nos invita a participar en él, nos invita a que lleguemos a ser plenos en el sentido de dejarnos moldear por él, dejarnos seducir por él, dejarnos en sus manos y que lo reconozcamos como el amor mismo que se manifiesta y se da constantemente.
Reconocernos que hemos sido hechos para relacionarnos, para darnos, reconocer ese plan de Dios en nosotros exige también que seamos libres y que seamos responsables de las decisiones que estamos tomando constantemente y que van encauzadas a la decisión de la propia propuesta de salvación de Dios, el cual tiene un plan personal y comunitario y que nos invita a abrazarlo y lleguemos a ser lo que estamos llamados a ser, es decir a ser santos como Dios mismo es Santo.
Para que exista el llamado es necesario que se dé el encuentro entre Dios y el ser humano, pero no es un encuentro simple en términos terrenos sino que es afortunadamente el encuentro entre Dios y el hombre, entre el creador y la creatura que responde a la invitación, que responde al llamado. Dios es el que toma la iniciativa, y teniendo ésta disposición Dios va al encuentro de la humanidad misma y de cada ser humano en particular.
Vemos pues de qué manera Dios desde la creación del ser humano (hombre y mujer) sale al encuentro de Adán y Eva y se relaciona. Partiendo de la primer pregunta que Dios dirige a Adán: ¿Dónde estás? podemos nosotros también partir en nuestra reflexión.
¿Dónde estás? Indica lugar, posición o ubicación dentro de un universo. Cada uno de nosotros podría hacer una reflexión en torno a nuestro lugar o posición dentro de la creación misma. Se trata de buscar la respuesta que todo hombre y mujer debemos darle a Dios, reconociendo la limitación que se tiene en el momento y que sin Dios no podemos llegar a ser en plenitud, es decir para lo que hemos sido llamados.
En este tiempo en que se finalizan los cursos escolares y que en muchos de los casos los jóvenes se encuentran ante la disyuntiva de que es lo que va a pasar con su vida, en estos momentos de transición me dirijo a ustedes jóvenes: No tengan miedo de aceptar la invitación de Jesús a seguirlo y de “echar las redes en su nombre” Dios los bendiga.
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