Por Javier Virgilio Gongora Corona
Cómo defender la existencia de un sentido de la vida humana cuando vemos prácticamente todos los días crímenes horrendos, cuando vemos la pobreza, la economía escasa y la baja calidad de vida que ofrecen la mayoría de empleos, cómo en medio de una realidad realmente adversa, se puede llegar a hablar de un sentido que dé para vivir al hombre, más bien parece todo lo contrario, ya no se nos habla de un sentido, sino de un “sin sentido de la vida”, y es que, es tal la adversidad de nuestra realidad social, que puede sonar incluso absurdo y poco creíble mencionar o defender un sentido para la vida del hombre en nuestra cultura posmoderna, llena de relativismo, y una apatía que la caracteriza. Sí nos da flojera mejorar nuestra misma sociedad, vivimos en una realidad tan llena de ruido que nos llena la mente de ideas, conceptos y preocupaciones, y la única manera que se encuentra para escapar de esa realidad es la indiferencia, indiferencia a la vida, a vivir, y se comienza a vivir al “ay se va”, y esta existencia sin rumbo fijo nos sumerge en el tan sonado sin sentido.
El sin sentido de la vida puede llegar a nosotros cuando las cosas no salen como hubiéramos querido, cuando pasa algo en nuestra existencia y ésta se ve marcada de manera “negativa” por dicho suceso. Cada persona tiene una historia personal plagada de hechos que de alguna o de otra manera han determinado la manera de pensar y de actuar del sujeto, y si a esto le sumamos las presiones que ya la misma vida conlleva en sí, pude ser causa para perder el rumbo de nuestra existencia y así llegar a una falta de sentido vital que se traduce en una vida que no se plenifica, y que provoca en la persona una tremenda frustración, una crisis existencial, sentirse estancado, verse como alguien fracasado, o una persona inútil, y esto contribuye de manera notable para que se cultive una realidad como la que actualmente se está viviendo, ya que este sin sentido provoca que la gente no se valore, es una importante cusa de suicidios, y muchos crímenes más, porque si pensamos un poco nos daremos cuenta de que una persona que haya encontrado su sentido en la vida no cometerá crímenes, porque será feliz, será un mejor ciudadano y luchará por ser eso que quiere llegar a ser.
El sin sentido como vimos llega a la vida del hombre cuando éste ya no tiene ganas de vivir, cuando se pierde el rumbo de nuestra existencia, cuando uno se deja sumergir en la tempestad que conlleva la vida en su curso imparable, en las preocupaciones, en los sufrimientos, en los fracasos, es cuando estamos en peligro de vernos extraviados en nuestra existencia. De ahí la gran necesidad de tener un rumbo fijo, una meta a la cual se quiere llegar, ya que cuando uno tiene un objetivo que alcanzar va a hacer todo lo necesario por alcanzar dicho objetivo, y será una meta que seguramente no va a ser fácil de alcanzar, ya que en nuestra vida es imposible sustraernos del sufrimiento, y la desgracia, pero ahí es precisamente donde el hombre se realiza, en medio del sufrimiento, del dolor y la desgracia. Puede sonar esto muy pesimista, sin embargo es realista, el hombre debe asumir su existencia, tomarla en sus manos, no dejándose mangonear por las circunstancias, no dando pie a que éstas lo determinen negativamente, sino que de las experiencias que pudieran ser dolorosas, aprender, para crecer como persona, intelectualmente, moralmente, y así aprendiendo de nuestros errores, fracasos y demás vivencias no gratas, ser mejores personas. Sin olvidarnos de lo que dice Viktor Franlk, dame un para qué y soportaré cualquier cómo. En esta parafraseada frase, vemos cómo nosotros como hombres debemos tener en cuenta qué es lo que yo le puedo ofrecer al mundo, qué puedo hacer para aportar algo al mejoramiento de nuestra sociedad, y para mi planificación como ser humano, así, teniendo una meta, tendremos un para qué, que nos dará un sentido a nuestra existencia, y evitaremos irnos al tan mencionado sin sentido, que no nos deja más que una vida llena de dolor, sufrimiento y vacío, que en el mejor de los casos se verá reflejada en una persona triste y amargada. Por eso debemos empezar por dejar de lamentarnos, y comenzar a vivir con miras a algo que llene y plenifíque nuestra humana existencia.
Javier Virgilio Góngora Corona
Actualmente estudia en el Seminario Diocesano de Tijuana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario